martes, 23 de febrero de 2010

Capitulo 30 (y último)













Pelayo llega a su casa con ganas de desahogarse. Le encantaría acostarse con Samuel pero no quiere que salga de él para evitar que Samuel piense que es a cambio del dinero que le ofreció. Al saber que se entregó a Emilio por ese pequeño entiende más que nunca a Samuel y está dispuesto a dejarse humillar, a permitir que Samuel le haga lo que quiera con tal de que se sienta mejor. Esa tarde pero lo que necesita es que Samuel lo “obligue” a estar con él para descargase. Al llegar a su casa se sorprende al ver al pequeño Onofre.
--hola, ¿qué haces aquí?
--Mi papá y yo nos vamos de vacaciones.
Pelayo no entiende nada. Sabía que Samuel no veía a su hijo desde el bautizo y ahora no entiende que esté en su casa. Ve a Samuel haciendo la maleta. Se nota nervioso.
--¡cierra la puerta¡ no quiero que mi hijo nos escuche.
Pelayo cierra la puerta de la habitación.
--¿qué está pasando?
--No quiero que Onofre escuche nada, ya es bastante que no se haya enterado que no soy su padre en realidad.
--si por suerte el día del bautizo estaba creo que con el cura y no escuchó
nada.
Samuel no quiere hablar de eso. No deja de hacer su maleta. Pelayo lo mira con amor, con deseo. Se acerca a él, quiere tocarlo, abrazarlo pero no se atreve.
--¿te vas?
--¡me voy del país con mi hijo¡
Pelayo agarra del brazo a su amado para que se gire.
--¡estás loco¡
--¡no me queda de otra¡
--¡soy millonario, no iba a aceptar esa herencia pero lo haré por ti, pagaré lo que sea para que no te quiten la custodia de tu hijo¡ ¡¡Onofre es tu hijo¡
--supongo que así la deuda que tengo contigo quedaría saldara.
--supongo.
Los dos se ponen tristes porque eso significa no tener ninguna excusa ya para acostarse juntos y a los dos les duele.
--Yoli ha muerto.
--¿¿qué?¿¿cómo? –Pelayo impresionado.
--En el coche, pero no sé los detalles y ni me importa. Tengo que aprovechar que sus viejos están deshechos, con los trámites del entierro para llevarme el niño. Cuando se den cuenta ya estaremos lejos.
Pelayo le pone la mano en el hombro. Le habla con mucho cariño.
--pero es ilógico, ahora que la madre está muerta nadie te lo puede quitar.
--Ernesto, el hermano de Yoli, le ha contado al viejo que somos amantes. Se va a poner en mi contra, no siendo el padre de sangre, siendo gay y habiéndome acostado con mi cuñado me va a ser imposible luchar por mi hijo.
Pelayo se ha quedado atónito por lo que ha escuchado.
--¿eres gay?
--¿y a ti qué te parece? Que tú te acostarás conmigo por pena siendo hetero…
Es un reproche que no puede continuar porque Pelayo le dice muy excitado.
--¡yo soy gay¡
Esto toma de sorpresa a Samuel.
--sí hombre, ¿y Fátima?
--¡Era una tapadera, mi novio era Román, el hermano. Yo estaba viviendo con él¡
Los dos se miran boquiabiertos, se llevan las manos a la cabeza, no pueden creer que hayan perdido tanto tiempo. No están dispuestos a perder más tiempo. Pelayo agarra otra maleta.
--¡yo vengo contigo¡ tenemos mucho de qué hablar.
Los dos se muestran muy ansiosos pero lo más importante es el pequeño.
--Yo le había dicho a Onofre que nos vamos de vacaciones, no sabe que su madre ha muerto. Luego cuando se me acaba el dinero ya veríamos.
Pelayo hace su maleta con prisa.
--yo tengo una fortuna, no se nos acabará el dinero. Daremos la vuelta al mundo los tres juntos, el pequeño estará tan feliz que no hará preguntas.
Samuel mira enamorado a Pelayo:
--¿tú harías eso por mi?
Pelayo le guiña el ojo:
--te he amado toda mi vida, haría eso y más por ti.
--¡yo también te amo¡ --dice Samuel.
Los dos se sonríen, desean tocarse, besarse pero el pequeño está demasiado cerca, quieren ir rápido.
--Iremos de un país a otro, nadie nos encontrará –Pelayo.
--Sí y cuando el viejo muera pues podríamos volver.
Ambos se miran a los ojos, están ansiosos. Se sonríen, se aman, Los dos se aman y ya lo saben, están felices.
--Podremos gastar todo el dinero, nos llevará años. Me quedaré sólo con la heladería. Ermenegildo se quedará a su cargo hasta que volvamos, será nuestro medio de vida después pero tardaremos años, muchos años en gastar todo el dinero que tengo.
Ambos sienten que el corazón se les va a salir del pecho.
--Pelayo, no sé qué decir –Samuel emocionado.
Pelayo le sonríe.
--dime que me amas.
--Te amo.
Se acarician y se besan con desesperación. Caen en la cama. Sobre las maletas.
--me muero por hacerte el amor pero con amor, dejarnos ya las tonterías y amarnos de verdad –Samuel.
--nada me gustaría más.
--Sé que te he hecho daño pero…
Pelayo lo calla con un beso.
--ya está todo olvidado, hazme el amor.
Samuel está sobre Pelayo, se tratan con mucho cariño.
--nada me gustaría más pero quiero que salgamos ya.
--Tienes razón, tenemos toda la vida para amarnos.
Se sonríen y se vuelven a besar. Luego se levantan y acaban sus maletas.







Esa noche la nueva familia está volando. Onofre duerme en el avión. Samuel y Pelayo se miran con cariño. Tienen tanto que hablar pero no han podido hacerlo porque el pequeño siempre ha estado con ellos. Pelayo le hace un gesto a Samuel. Están ya seguros, Pelayo se levanta. Se dirige al lavabo. Samuel mira a su amado con cara de pervertido y lo sigue. Se encierran en el lavabo del avión. Se besan. Se sienten dos tontos por haber perdido tanto tiempo y ahora lo único que quieren es estar juntos.
--¿en serio me amas? –Pelayo.
--Porque lo dudas ¡te amo desde siempre¡ Me inventé no sé qué rollo para comerte la verga ¿recuerdas?
Pelayo le sonríe.
--¡Cuánto me gustó¡
Samuel se lanza sobre él.
--¡siempre te amé¡
--¡y yo¡
Se empiezan a desnudar. Pelayo hace el amor a Samuel. Ambos son apasionados pero delicados. Se arreglan la ropa después del placer. Se miran con complicidad. Ha sido un polvo rápido porque no querían dejar a Onofre solo mucho rato pero les apetecía mucho a los dos. Se besan antes de salir, luego saben que tienen que ser discretos. Iban a salir pero Pelayo se pone delante de la puerta.
--Te amo.
Llevan mucho tiempo callando. Samuel le sonríe.
--te amo.
Se acarician las manos. Saben que tienen que tener cuidado.
--Quiero que Onofre se acostumbre a no estar con su madre antes de saber que ha muerto y no quiero que el niño sepa que te amo hasta que le parezca normal tener dos padres.
--Gracias por dejarme estar con vosotros.
--te quiere mucho, está feliz de que estés con nosotros.
--tu hijo es muy majo.
Samuel le sonríe y lo besa.
--Nuestro, ahora es nuestro hijo.
Se hacen un silencio y Samuel sigue hablando.
--me enfadé cuando supe que no era mío pero ahora me alegro.
--¿si? –sorprendido.
--porque lleva tu sangre, es nuestro hijo.
Se miran a los ojos, están tan llenos de amor que no entienden como no se han dado cuenta antes del amor que el uno siempre ha sentido por el otro.. No quieren estar separados del pequeño, Samuel se asoma por la puerta. Todo el mundo duerme, Onofre está tranquilo. De nuevo cierra la puerta y Samuel y Pelayo se siguen besando. Samuel le quiere contar algo, le da mucha vergüenza pero quiere que lo sepa.
--me acosté con Emilio, fue humillante. Me le vendí por mi hijo.
Pelayo lo va acariciando, lo besa. No le quiere hacer sentir peor. No le dice que lo sabe.
--ya olvidado.
--¡Es que sentí tanto asco acostándose con ese viejo¡
--lo entiendo, a mi me daba asco saber que le gustaba.
--Si pero el que se acosté con él fui yo y por unas migajas y en cambio a ti te lo dio todo cuando ni siquiera eras amable por él.
--¿y te molesta?
--No, me encanta estar en tus manos.
Luego lo mira pícaro.
--y en tus brazos.
Pelayo lo besa, lo acaricia.
--no quiero que volvamos a hablar de él, que en paz descanse. Yo he aceptado el dinero por ti, gracias a eso podemos ser felices sin preocuparnos de nada.
Se vuelven a besar y entonces sí vuelven con el pequeño.

Tiempo después… los 3 pasean por una paradisiaca playa. Están desnudos. Samuel y Pelayo caminan por la orilla tomados de la mano. El pequeño Onofre juega con las olas delante de ellos ajeno a las caricias de sus dos padres, a sus miradas de amor.

Fin.











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