martes, 23 de febrero de 2010

Capitulo 21


Pelayo no tiene ganas de mentir.
--Júrame que no se lo dirás a nadie.
--si claro.
--Soy gay.
Ermenegildo siente que el corazón se le va a salir de la garganta.
--¿y tu novia?
--Era un chico. La que presentaba como mi novia era la hermana.
Ermenegildo siente unos celos enormes que trata de controlar. No puede dejar de pensar:
--¿y que tiene ese que no tenga yo?
--Te molesta que sea gay?
Ermenegildo está al borde de un infarto, balbucea:
--No si yo… es que…
--sí ya sé que somos como hermanos.
Pelayo confía en Ermenegildo, lo ve como a un hermano por eso piensa que no le va a lastimar diciendo:
--Es que ayer tenía una bronca, estaba despechado, me quería desahogar… ¡me lo encontré y lo hicimos¡ ¡¡no quiero tener nada que ver con él ¡¡Es demasiado feo¡, por favor… si vuelve lo atiendes tú¡
Aunque no se atreve, Ermenegildo le gustaría reclamarle que no le haya buscado a él. Quisiera ofrecérselo pero lo ama y no quiere un revolcón, no quiere que hable de él como ahora está hablando del otro.

Al día siguiente, Pelayo está de nuevo en el trabajo, Ermenegildo y Pelayo se saludan muy cordialmente. Al medio día entra Fer. Se ha pensando mucho si debía entrar o no. No sabe si a Pelayo le gustaría.
--¡bueno yo no he hecho nada malo, no tengo por qué ocultarme¡ --dice para sí.
Se da cuenta que él está solo.
--Es el momento.
Pelayo está junto a la nevera de los helados, la que da a la calle. No hay nadie y Fer piensa que es el momento para que puedan hablar. No le gusta que Pelayo lo trate como un desconocido después de vivir su primera vez con él. Justo en el momento que Fer entra, Pelayo se está poniendo un cucurucho. Fer piensa que hay suficiente confianza, esperaba que lo atendiera entre lametón y lametón que esto creara mayor intimidad entre ellos. Pelayo aprovecha que tiene las manos ocupadas para desaparecer.
--un momento, que ahora sale el chico.
Fer se queda de piedra. Si le pinchan no sangra. No es capaz de decir nada. Pelayo trata de mostrarse tranquilo pero está nervioso. No sabe cuáles son las intenciones de Fer y teme que quiera hacerlo quedar mal en su lugar de trabajo.
--¡Ermenegildo, Ermenegildo¡
Fer se da cuenta que no lo ha querido atender y eso le duele. Le dan ganas de desaparecer, de irse. Pelayo va acercándose al almacén con su helado en la mano y llamando a Ermenegildo que no lo oye. No quiere que tarde mucho pues teme que la jefa le diga algo, que se note demasiado que no ha querido atender a Fer. Ermenegildo, antes de atender a Fer se queda murmurando con Pelayo. Fer no oye lo que dicen.
--hazme el favor…
--si claro…
Pelayo desaparece y Fer se queda triste. Pide un helado de los grandes. Confía en que Pelayo salga antes que él se lo acabe pero no. Pelayo no sale hasta que Fer ya ha desaparecido. Cuando ya se ha ido el joven, Ermenegildo es el que entra.
--¿es que te persigue?
--No, espero que no. Todo quedó claro entre nosotros…
--bueno a lo mejor no quería nada contigo…
--Eso espero, siempre que él llegue, por favor… atiéndelo tú…
--si claro…
--gracias, eres el mejor… Tú sí eres un amigo.
Ermenegildo fuerza una sonrisa. Le duele que Pelayo lo trate casi como si fuera su hermano, que no lo vea como a una pareja pero lo ama y prefiere estar a su lado de esa manera que no estarlo. Aunque le duele que él no lo vea como una posible pareja es feliz porque confía en él, porque puede ayudarlo.




Pelayo llega a su casa después del trabajo, se desnuda para darse una ducha. El entra en el baño por la puerta del pasillo y Samuel por la de la habitación. Desnudo. Los dos se miran con deseo. Samuel lo ama pero a la vez lo odia. Va a volver a la habitación.
--no, dúchate tú --Pelayo.
Pelayo se muestra amable pero Samuel es muy brusco.
--¡pues largo¡
A los dos les gusta mirarse y más desnudos pero se ha abierto un abismo entre ambos. Pelayo sale del baño. Se traga las lágrimas. Maldice su suerte y a Yoli por haber puesto en su contra a quien más quiere. Samuel en la ducha llora. Se ha convertido en su enemigo el amigo que ha amado toda la vida. A los dos les duele la situación. Samuel no sale del cuarto. Pelayo toca a su puerta.
--Esto no puede seguir así, tenemos que hablar. O almenos sal, no te la puedes pasar encerrado.
Pelayo es muy cariño pero Samuel lo desprecia.
--¡no tengo nada que hacer fuera¡ ¡¡ya te informo que no pienso volver al trabajo¡
--pero si no tienes trabajo ¿qué pasará con tu hijo?
Samuel le golpea la puerta.
--¡no hables de mi hijo, todo es culpa tuya¡
Pelayo no sabe cómo pedir perdón pero Samuel no lo quiere escuchar.
--¡todo es culpa tuya, mi jefe era el padre de Yoli así que no pienso volver¡ ¡supongo que me mantendrás tú ¡¡me la debes¡
Samuel se empeña en no olvidar lo que ha pasado, en hacer sentir mal a Pelayo y eso es algo que los mata por dentro a los dos.


Un día después, Fer no se acostumbra a estar sin Pelayo. No lo quiere presionar pero lo echa de menos. No sabe bien qué hacer. Va hacia la heladería. Él no está.
--¡maldita sea¡
Necesita verlo más que nunca. Decide dar vueltas por la zona para darle tiempo a que aparezca. Él nada que no está.
--¿se habrá ido?
De pronto lo ve llegar hacia él. Va con un carro vacío. Ha ido a llevar la basura. Pelayo pasa por el lado de Fer que lo mira feliz, que lo mira esperando algo pero Pelayo hace que no lo ve. Confía en que Fer se dé cuenta que se avergüenza de lo que ocurrió entre ellos y que no desea saber de él. Fer no le dice nada. Se ha quedado en shock. No se esperaba algo tan mezquino de su parte.
--¡este tío es imbécil¡
Tanto años enamorado de un desconocido y que ha vivido su primera vez con él llega a la conclusión que no es digno de que lo ame.
--¡Definitivamente no quiero tener contacto con él¡
A Fer le da ha dolido mucho el desprecio que le ha hecho Pelayo. Se hace un juramento. Nunca más volverá a acercarse a Pelayo.
--¡no me volverá a herir¡

A Pelayo lo recibe Ermenegildo al llegar a la cafetería. Se muere por él y cada vez le cuesta más disimular. Lo ayuda con el carro. Hablan un rato. Los interrumpe la jefa. Ahora que ha acabado el buen tiempo hay que reducir el personal. Están despedidos.
--Si queréis nos vemos el año que viene.
La jefa los deja solos sin más. Pelayo está furioso.
--¡mierda, mierda¡
Ermenegildo, ahora que sabe que Pelayo es gay, tiene las hormonas aún más revolucionadas. Le quisiera proponer tantas cosas pero no se atreve.
--¡Mi amigo tampoco trabaja¡ ¿¿cómo vamos a vivir?
Ermenegildo quisiera decir que pueden vivir los 3 juntos pero no ve que puede solucionar si tampoco tiene trabajo.

Pelayo llega a su casa molesto. Samuel está en la cocina. Iba a irse cuando llega Pelayo pero éste le pide que no se vaya.
--Necesito a mi amigo --le suplica.
Samuel va hacia la habitación. Es muy hiriente.
--¡tú no tienes amigos¡
Pelayo está preocupado porque no sabe cómo van a salir adelante.
--Me he quedado sin trabajo.
Samuel se gira. Está furioso.
--¡Eres un imbécil, lo has hecho a posta¡ ¡¡lo has hecho para joderme¡
--¿¡cómo puedes creer eso de mi?¡ jamás quise hacerte daño.
Samuel es todo odio y se tira sobre Pelayo para golpearlo pero de repente lo besa. Lo besa y lo besa. Los dos son puro fuego. Llevan años controlándose, deseándose. Se besan de una forma ardiente. Se comen con sus bocas, con sus manos. Se arrancan la ropa y caen a la cama. Samuel es el activo. Se muestra agresivo, clava su lanza en Pelayo como si lo quisiera lastimar. Ambos gimen, se retuercen de placer.

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