martes, 23 de febrero de 2010

Capitulo 16



Como todos los días, Emilio ha ido a la heladería a disfrutar de Pelayo. Para Emilio es como una cita. Disfruta viendo a Pelayo, aunque para éste sea un cliente más, para Emilio Pelayo es lo más importante. Lo único bueno que tiene en la vida. No sabe el tiempo que pueda durar Pelayo en la heladería por eso quiere dejar bien anotado su pequeña historia con él para, aunque le gustaría que no fuera así, tiene que volver a vivir sin él. Es algo que le costaría así que espera que no suceda pero no le gusta pensar en el futuro. Tiene un presente en el que, por primera vez en su vida, está disfrutando fuera de su casa.

“10-julio-2009
Me ha costado pero hoy he logrado aguantar hasta las 11,10. Ya todas las mesas y las sillas están colocadas. Es que en una hora así es la mejor para ir porque hay más posibilidades que me pueda atender. Él está fuera con un cliente. Va con la bandeja. Lleva la misma ropa de ayer. Veo que se queda dentro pero fuera de la barra, como jugando con la bandeja. Es cuando entro. Lo tengo al lado, nos saludamos. Ya con esto tengo bastante. Me atiende el feo que está casi siempre, el que más conozco. Las chicas sólo las he visto una vez. Le pido un batido de chocolate porque hacía frío y de hecho llevo desde ayer con el sabor del batido en la boca, tengo ganas de tomar otro. Y es cuando ocurre algo inesperado ¡¡Pelayo le roba el cliente al feo¡ No me lo puedo creer pero ¡¡yo encantado¡ Pelayo no me preguntó el tamaño pero el feo sí y le digo que pequeño.
--la medida más pequeña que tenemos es esta –me dice Pelayo señalando un vaso.
A mi me sorprende el comentario ya que es el mismo tamaño que me puso ayer y sin preguntar. No sé pienso que tal vez es que le gusta meterse en todos los sitios, ¡¡y a mi me encanta que se meta¡ Me gusta ver cómo se comporta, como actúa, ¡es que me encanta¡ Yo le comento que quiero el mismo que ayer y Pelayo asiente conforme. El feo va a la nevera del escaparate a buscar el helado mientras él pone la leche y lo bate.
--un poco más –me dice con la maquina en la mano.
Él enfrente mío, yo bebo. Él me pone el resto. Está la jefa delante y pienso que a lo mejor no lo hacía pero sí.
--vale –le dice medio sonriente y buscando mi conformidad.
Le doy las gracias. Limpia bien la maquina, los estropajos, la pica. Bien trabajador. La jefa ha llegado con dos cajas de helados de la marca que tienen. Él lo mete en el congelador. No sé, me da la impresión que a lo mejor lo miro demasiado y él se incomoda porque se da cuenta que me gusta y por eso desaparece o no está por mí. También reconozco que yo no pongo mucho de mi parte. Estamos los dos solos, ¡podía haber hablado de cualquier cosa¡ A lo mejor es más normal que salga de mi, yo soy el cliente y el cliente manda. Él a lo mejor no se atreve por si me molesta. ¿¿¡molestarme?¡ ¡¡sí es lo que más deseo¡ Pero es que yo nunca he hablado con nadie que no sea mi abuela o mi perro, mi Manoc del alma. No sabría cómo hacerlo si él no me da pie. Soy más bueno escribiendo. Igual yo ya estoy contento de estar con él, de verlo. Al entrar lo he visto caminar, las arruguitas que se le meten en la raja del culo me ponen bien cachondo. Mientras me hacía el batido lo tenía de lado, se le marca un poco de culo. Bonito pero una cosa normal. Me gusta más su cara, ¡¡es guapísimo¡ Entonces yo con mi batido y él que no se le ocurre otra cosa más que darme la espalda. Está apoyado en la nevera del escaparate mirando a la calle. No sé si sabe que haciendo esto me ponía aún más cachondo. Lástima que el culo se le veía aplastado pero era muy sexy. Este tío me encanta. Me encanta. Por cierto ha ido a elegir los peores días para ir en pantalón corto porque hace un poco de frío. Me deleito con la bella vista un rato y luego le pido que me cobre. Me cobra 3,70. Algo que me sorprende porqué ayer él mismo dijo que me cobraran 3,60 y de hecho hay un cartel que pone 3,60. Si se ha equivocado no seré yo quien lo haga quedar mal y si me ha querido “estafar” por 10 céntimos no pasa nada. Dirá que ya que no dejo propina (ya me vale por cierto pero es que está tan emocionado por él que no lo pienso) a parte que no me sobra el dinero y pico a pico pues hago para otra consumición. Le he dado un billete, estaba tan agitado por estar a solas con él que ya no me ha impresionado si lo rozo o no. De hecho no me acuerdo si esto ha ocurrido.
--venga, gracias –me dice él.
Yo me voy contento.
Tenía ganas de ir un medio día para estar a solas con él y por si me habla pero con éste frío ya no me he animado. Ya me he gastado bastante en estos dos días para gastarme más. Además si quisiera hablar ya lo habría hecho. No sólo no hace ninguna intención sino que incluso parece que me huye. Yo creo que se me ha visto el plumero y está marcando las distancias (no tiene sentido que no me hablo si un día me trató amistosamente y yo le respondí bien). También es cierto que yo siempre he sido muy antipático y a lo mejor cree que no me interesa. En fin, sea como sea a mi me encanta. Ojalá siempre sienta esta felicidad que me está aportando él."










Saliendo de su trabajo, Fer pasa por la heladería. Su intención es entrar sólo si ve que Pelayo lo pueda atender. Está solo pero muy ocupado atiende a la gente.
--así no me interesa –dice Fer para sí.
A Fer le interesa que no haya nadie para estar a solas con Pelayo, que pueda haber un acercamiento entre ambos aunque sea como simple conocidos. Nunca había visto tanta gente y teme que salga alguna camarera y gastarse el dinero para nada.
--lo dejo para otro día…
Emilio pasa por el lado de Fer. Ninguno de los dos se conoce, ninguno de los dos imagina que tienen el mismo gusto, que los dos suspiran por el mismo chico. Emilio sacia una curiosidad que tenía. Recuerda que aquel chico que lo enamoró tres años atrás fumaba, “¿habría dejado el tabaco?” –se solía preguntar.
Lo ve salir de la heladería con un carro lleno de cartones y ¡¡fumando¡ Sin duda, almenos en eso no ha cambiado. Emilio se piensa si pasar justo detrás de él para mirarle bien el culo y aprovechar y saludarlo pero piensa que entonces se verá descarado quedarse observando así que prefiere renunciar a pasar por detrás y quedarse a una distancia prudencial mirando, observando todos sus movimientos, tomando notas en una libreta para luego no dejarse ningún detalle. Pelayo deja los cartones en un punto exacto. Él se queda ahí de pie. Se va moviendo un poco. El culo de Pelayo en movimiento, las arrugas que se le hacen, son todo un espectáculo. Le gusta ver como se mueve las partes del pantalón que le sobra ya que los tiene un poco caídos. Tiene las piernas un poco cruzadas, apoyándose más sobre una que sobre la otra y es una postura muy sexy. Se queda ahí parado hasta que se acaba el cigarro. Llega clientes, se sienta en la terraza. Él aparca el carrito en un lado y se acerca a ellos. Ve como con sus manos hace las medidas de los vasos a preguntas de los clientes. Entra llevándose el carro. Emilio se va suspirando.
--¡que guapo es¡ ¡¡es que es guapísimo y su cuerpo en jeans es todo un lujo¡¡¡me encanta¡
Tiene ganas de entrar pero como está ocupado prefiere dejarlo para otro día.
--a ver qué pasa mañana…
Recuerda como días atrás un día a la una le habló y está deseando que se repitan las mismas circunstancias y le vuelva a hablar.
--¡¡como me gusta este macho¡ --va diciéndose para sí.
Le gustaría sentirse así de feliz siempre, tener al guapo Pelayo siempre controlado. No quiere volver a perderlo de vista.

Por su lado, Fer pasa a la una. Se conforma con mirarlo de lejos. Está cobrando a una mesa. Se queda un buen rato. Destaca su reloj plateado. Fer suspira enamorado.
--¡¡que guapo, que guapo¡¡ay que me lo como¡
Está a una distancia prudencial así que puede observarlo sin que se percaten de su presencia. Ríe, sonríe. Gesticula mucho.
--se me hace simpático, me gusta –dice Fer para sí.
Se toca la nariz, se ve divertido. Se lo pasa bien. Mueve mucho las manos mientras habla. Da vueltas con sus manos. Se muerde un dedo, se apoya en una silla. Antes lo ha visto colocando bien una mesa. Fer se estaría horas observándolo. Sabe que no debe hacerlo o más bien le da vergüenza que la descubran y se rían de él.
--Se reirán de este pobre imbécil por enamorarse del chico más guapo –se dice con cierta amargura.
Pero la visión de ese chico hace que se le borre enseguida la tristeza. Los amigos de Pelayo se van yendo así que Fer pues opta por quedarse hasta que el chico entre. Lo ve recoger una mesa. La llama la atención que con esos pantalones cortos lleve calcetines blancos, se le resaltan mucho. El último en irse es un chico con el que Pelayo se queda hablando con un vaso y un plato en la mesa (de un café) Éste chico con el que habla Pelayo es un cámara de televisión, guapo pero ni punto de comparación con Pelayo. Fer lo ve preparado para grabar en el Ayuntamiento. Es justo desde donde Fer está observando a Pelayo.
Fer tiene que hacer un recado y al rato se desvía para volver a pasar por la heladería. Lo ve al lado de los helados, en la nevera que está en el escaparate. Está hablando con unos clientes.
--¡podría entrar para pasar por su lado¡ --se dice.
Piensa que es un buen momento para ir pero es que tiene economizar, prefiere dejarlo para cuando no haya nadie, para cuando esté seguro que él la vaya atender.
--No sé en un momento que él esté solo.
Hay dos chicas más. No puede estar seguro que él la vaya a atender.




No hay comentarios:

Publicar un comentario