martes, 23 de febrero de 2010

Capitulo 26


Aunque se estaba manteniendo distante porque se había dando cuenta de la atracción sexual de Emilio hacia él, Pelayo quiere que todos los demás compañeros sepan que conoce al nuevo jefe de antes. Esto lo coloca en cierta ventaja. Pelayo está seguro que Emilio va a tener trato de favor para con él y quiere que Ermenegildo esté a su lado. Como Emilio es a los que más conoce no le molesta. Además le gusta la complicidad que hay entre ellos dos. Pelayo es amable con Emilio.
--¿y cómo es que te ha dado por comprar esto?
Claro, Emilio no puede decir que es por él, porque lo ama a él, porque quiere ayudarlo, quiere estar a su lado.
--Bueno es que me ha tocado la lotería…
--¿si? ¡oye enhorabuena¡
Emilio no quiere que la gente sepa que es millonario pero Pelayo sí.
--Tengo tanto dinero que no sé qué hacer con él…
Emilio quisiera que Pelayo le hiciera la propuesta de desea, que si no le hiciera un comentario que le dé pie a él a hacer esa propuesta que quiere pero no puede. A Emilio le sabe mal comprar a Pelayo, lo ama demasiado y no quiere que él piense que lo ve exclusivamente como un objeto de placer. ¡qué más quisiera Emilio que Pelayo quisiera quedarse a su lado para siempre¡ Pero bueno comprarlo no se anima pero si fuera él quien se vendiera… la cosa sería diferente. Pelayo está en frente de Emilio que sonríe nervioso. Está conmocionado por los últimos acontecimientos. Ha cambiado tanto su vida en los últimos años. Lo ha perdido todo y ahora está solo por con mucho dinero. Recuerda como durante años Pelayo no era más que es desconocido que Emilio disfruta mirando y que no podía controlar cuando lo iba a ver y ahora ¡¡es el jefe de Pelayo¡ Sabe que se tiene que controlar pero tiene ganas de gritar al mundo lo feliz que es. Emilio ya deja claro que todos los contratos se mantendrán en las mismas condiciones. Poco a poco todos los empleados van desaparecen. Ermenegildo lo iba a hacer pero Pelayo lo agarra del brazo para que se espera. Pelayo se da cuenta que Emilio no quiere que él se vaya y aprovecha para dejar claro que Ermenegildo va en el lote y además prefiero no estar solo con Emilio. Emilio hubiera preferido estar a solas con él pero no dice nada.
--Tenemos que hablar de vuestro contrato… --Emilio.
Pelayo es lo que quería:
-- A mi se me acaba en septiembre… A él más o menos.
--Date por renovado… Eres fijo, tu amigo también si quiere.
Pelayo le sonríe:
--gracias. No te defraudaré.
--Lo sé…
Emilio tiene las hormonas muy desatadas. Pelayo tiene algo de miedo que Emilio le vaya a pedir algo a cambio de tantos favores pero prefiere pensar que tal vez está equivocado y Emilio lo valora como profesional.
--¿Y el encargado de todo esto es…? –Emilio.
Pelayo sonríe:
--Tu…
--si claro… --Emilio nervioso.
Pelayo se sorprende al ver que Emilio no tiene ni idea de cómo manejar una heladería.
--No sabes nada del negocio ¿no? ¿para qué lo has comprado?
Emilio no quiere que Pelayo sepa de sus sentimientos, de sus deseos por miedo a asustarlo y perderlo ahora que puede estar pegado a él.
--Me gusta venir aquí y así no tengo que pagar pero principalmente me ha parecido una buena inversión.
La idea de trabajar codo con codo con Pelayo le atrae pero nunca ha trabajado y no se pondrá a hacerlo ahora.
--bueno mi idea era más bien que alguien se ocupara de todo. Yo puedo tener mi despacho aquí para controlar mis inversiones y por si se me necesita para algo.
No ha hecho ni tiene intención de hacer inversiones. Ha pensando que instalará su ordenador en la heladería, que en vez de conectarse en su casa o en la biblioteca pues lo hará desde la heladería simulando que trabaja así podrá estar todo el día pendiente de Pelayo.
--Pues desde hoy tú eres el encargado con la correspondiente subida de sueldo. Mira como se organizan los horarios o contrata a alguien más para que puedas tener dos días de fiesta.
A Emilio le duele tener que renunciar a Pelayo durante dos días pero lo que quiere es ayudarlo, no explotarlo. Pelayo prefiere no sacar el tema pero espera que Emilio no tenga dobles intenciones de él.
--Yo tengo un amigo que no tiene trabajo fijo, tal vez…
Emilio no lo deja seguir:
--tienes carta blanca, puedes hacer lo que quieras…
Pelayo no entiende bien todas las atenciones de Emilio para con él pero piensa aprovecharlas. Emilio extiende su mano:
--pues nada, mañana te vienes y nos reunimos con mi abogado para ya hablar de tu nuevo contrato… Comenzamos a trabajar ya…
Pelayo encaja su mano con la de Emilio:
--juntos haremos grandes cosas…
Emilio suspira enamorado.
--¡ojalá no se refiera sólo al trabajo¡ --piensa.
Emilio mira a su alrededor. Está en esa heladería en la que tanto ha disfrutado viendo a Pelayo pero ahora forma parte de ella.
--¿te quedas tú?¿vas a cerrar tú? –Pelayo.
--No, no… hazlo tú…
Emilio no tiene ni idea de lo que tiene que hacer pero además es que le gusta estar al lado de Pelayo. Le gusta ver el trasero del chico en cuclillas. Pelayo le sonríe. Le toca el brazo.
--bueno, pues nos vemos mañana.
Pelayo se va, Emilio no deja de mirarla el culo. Le gusta, le gusta mucho. Aún no ha reaccionado del todo. No puede creer la suerte que ha tenido, que su sueño de tener a Pelayo en su vida sea una realidad. Tiene ganas de ponerse a gritar pero procura calmarse.

Al rato, Pelayo llega a la casa. Agarra una cerveza.
--¿quieres una? –le pregunta a Samuel que está viendo la tele.
Samuel se levanta para irse. Pelayo le agarra del brazo cariñoso:
--No te vayas…
Samuel es muy brusco:
--Me sueltas?¡
Samuel mira con dureza a Pelayo y éste se desespera.
--¡sólo trato de ser amable¡
Con desprecio, Samuel lo empuja hacia abajo para que se arrodille. Se desabrocha los jeans y le pone los genitales en la cara.
--¡pues cómeme la verga y calla¡ ¡¡no sirves para nada más¡
Ambos gozan pero a la vez les duele tanto odio. Samuel se viene en la cara de Pelayo. Samuel se sube la ropa, mira con indiferencia a ese chico que tanto placer le ha dado. Pelayo se limpia con la camiseta la cara.
--te quería contar una cosa.
--No me interesa.
Samuel va hacia la habitación, Pelayo va, sin camiseta, tras él.
--Soy el nuevo encargado, voy a cobrar más y te he conseguido un empleo a ti.
Samuel no entra en la habitación. Se gira y mira a Pelayo que sonríe. Samuel no está dispuesto a agradecerle nada.
--¡Ni creas que ofreciéndome trabajo vas a pagar todo lo que me debes¡
A Pelayo le duele todo el rencor que ve en los ojos de Samuel pero no puede decir nada porque Samuel no se lo permite.
--¡tú sigues siendo mi muñeco hinchable¡ ¡¡Joder es lo único que haces bien¡
--¿sólo soy eso para ti?
Pelayo habla con tristeza. Ama a Samuel pero ni siquiera está seguro que Samuel sea gay. Samuel cree que Pelayo se deja humillar por culpa, no cree que sea gay. Por eso cada vez lo ama y lo odia más.
--¡claro, eres un agujero en dónde la puedo meter sin tener ni compromiso ni problemas¡ ¡no quiero volver a tener nada con una vieja que son muy fastidiosas y tú culo me sirve¡ ¡Me desahogo contigo sin que me meta en líos pero no quiero que me hables¡
Pelayo agacha la cabeza. Lo ama y no le puede decir no. Le duele haberlo lastimado y siente que es el precio que tiene que pagar, además confía en que Samuel acabe perdonándolo y puedan aclarar las cosas. Samuel mira con dureza a Pelayo, se va desnudando.
--¡vamos a la cama¡ ¡¡aún no hemos acabado¡
Pelayo no piensa resistirse pero suspira con tristeza por la manera en la que lo trata.
--¡no puedes decirme que no¡ --le reclama Samuel.
--No tenía pensado hacerlo.



Pelayo y Samuel hacen el amor. Es una unión perfecta. Sólo en esos momentos salen a la luz sus verdaderos sentimientos. Se aman con sus pieles, con sus cuerpos, con sus almas. Pelayo es el activo. Explota en el interior de Samuel, se retuerce de placer pero Samuel no le da tregua. Lo empuja de la cama.
--¡largo¡
Pelayo cae al piso. Desnudo. Agarra su ropa.
--No quieres saber de qué es el trabajo.
Samuel está desnudo en la cama. Ama a Pelayo y le gusta estar con él, le gusta verlo desnudo pero no dice nada. Entonces Pelayo se viste, es algo que excita mucho a Samuel. No le saca los ojos de encima aunque lo mira con rencor. Mientras se viste, Pelayo le habla del cambio que ha habido en la heladería, de que ahora Emilio, ese hombre por el que muchas veces se ha sentido acosado, es el nuevo dueño. Samuel salta de la cama. Se pone el bóxers.
--¿ese maricón ahora es tu jefe? –dice Samuel con desprecio-- ¡seguro que lo que quiere es joder contigo¡
Pelayo confía en que no sea así.
--¿y para eso tantas molestias?
--No sé, yo no me fío de estos gays reprimidos… ¿y si luego te acosa?
--Es mi jefe puedo denunciarlo. Todo puede ser que me quede sin trabajo pero si no fuera por él igual lo hubiera perdido y no me cuesta nada probar. A lo mejor no tiene malas intenciones. No me va a obligar a hacer nada que no quiera…
--No sé, yo no me fiaría…
--No sé qué manías tienes a los gays.
Samuel no pierde oportunidad de ofender a Pelayo:
--¡Si todos los gays son como tú me das asco…¡
En realidad tanto Pelayo como Samuel tocan el tema para intentar aclarar si el otro es gay o no, si los momentos que sexo que tienen a diario los disfrutan ambos.
--Es no es justo, todo lo que he hecho ha sido por…
Pelayo le quiere hablar de amor pero Samuel cree que le va a decir que es culpa y no lo deja escuchar.
--¡que me hagas este favor no te quita de lo otro, sigues siendo mi muñeco hinchable.
Pelayo no quiere llorar peor no puede evitarlo. Se le escapa unas lágrimas que impresionan mucho a Samuel.
--sufre porque lo trato mal, porque lo obligo a acostarse conmigo o… --dice para sí.
No se atreve a pensar mal, se veía un dolor de amor. Samuel desconfía de Emilio, aunque el dinero le iría bien no sabe si aceptar. Además se está dando cuenta que Pelayo sufre, que lo único que quiere es ayudarlo. Pelayo no sabe qué hacer para que Samuel esté en paz, para que olvide todo lo que ha sufrido por su culpa aunque no haya sido aposta. Pelayo se muestra amable pero sus ojos están llorosos, algo que hace ver a Samuel que se está equivocando.
--En realidad tu jefe inmediato sería yo. Me ha dejado carta blanca… Seré un buen jefe…
Samuel acaba aceptando. Choca sus manos.
--Muchas gracias por pensar en mí…
Los dos se sonríen con mucha amabilidad.
--No de nada.
Pelayo no entiende el cambio pero no dice nada. A Samuel le gustaría que le dijera tantas cosas, le gustaría saber que lo ama, que sufre por la situación. A Pelayo le gustaría saber lo mismo pero acaban el uno en una habitación distinta, amándose y muriéndose de ganas de estar juntos pero sin aclarar las cosas.


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