martes, 23 de febrero de 2010

Capitulo 14





Lunes por la mañana, Fer va a su trabajo contento. Pasa por delante de la heladería y ahí está Pelayo. Va vestido exactamente igual que el día anterior. El chico está colocando las mesas. Fer siempre llega cuando coloca las sillas y le sorprende ver lo perfeccionista que es, tienen que quedar todas alineadas. Se lo mira y se lo remira, casi parece que lo tenga que medir con regla.
--pobre, cuanto trabajo perdido si seguro que la gente se lo desmonta todo en un momento.
Fer pasa y lo ve perfectamente. Se dice así mismo que no debe entrar, que no puede ir cada día, que no se lo puede permitir.
--sólo debo ir si él me va a atender. Sino es tirar al dinero.
Él entra y Fer no se resiste. Entra con él porque así se lo encontrará de cara. Lo ve salir cargado de mesas, cara de cansado.
--pobre, seguro que lo han tenido todo el fin de semana trabajando como un esclavo –dice para sí.
Pelayo lo saluda distante, agobiado, con mala cara.
--los lunes no debe ser su día –se dice recordando que el lunes anterior también estaba de mal humor—claro si no tiene descanso… pues normal.
Fer se queda mucho rato esperando que él lo atienda, mientras que él sigue con las mesas, se pone en cuclillas para asegurarse que todo queda perfecto.
--Podía entrar él a atenderme ¿no? --piensa.
Fer piensa que Pelayo está algo cansado porque no ha tenido fiesta y que en otras circunstancias si la atendería pero que en ese momento pues no lo apetece. Finalmente es la jefa quien atiende a Fer. Las mesas y las sillas están apilonadas justo detrás de donde está Fer. Fer tiene el trasero de él a tocar de su mano. Los pantalones son anchos pero se ven las dos nalgas diferenciadas. Al irse pasa justo detrás de él. Pelayo concentrado en su trabajo, a Fer ni lo mira. Es Fer el que lo saluda y él responde pero sin mirarlo y sin ganas. Está abrumado por la falta de descanso. A Fer no le deja un buen sabor de boca haber visto a su chico guapo tan de mal humor pero le gusta mucho.

Emilio es otro de los “fans” de Pelayo que no se pierde ni un solo día de disfrutar de ese guapísimo camarero. Día a día Emilio le cuenta a su diario su experiencia:

“6-julio-2009
Pienso que la mejor hora es la una, como el otro día que lo encontré solo pero es muy arriesgado porque ¿y si me pasa como otros días que no lo veo? Me muero si pasa eso. Y repetir dos veces cada día eso sí que no me lo puedo permitir, puedo hacerlo si estoy seguro que me va a atender él. Por la mañana voy por vicio, para que me vean como cliente. Apenas lo he visto a ella y pensaba que tal vez era mejor dejarlo para el medio día.
He hecho bien en ir a la mañana todo y que él estaba poniendo helados pero se ha ido dentro, al almacén en seguida y de hecho es el chico horroroso de las mañanas el que atiende las mesas. Por cierto tengo ya controlado el lavabo. Está en la entrada, ojalá diera la casualidad y un día lo veo entrar desde la calle… ¡no lo dejo escapar¡ ¡¡ojalá se me dé el milagro¡”
En la noche también lo he visto. Lleva horchatas para tres mesas, bien cargado. Lleva la camiseta morada y los pantalones de militar. Muy sexy. Me pone cachondo verlo de la parte de adelante. Los pantalones caídos y se le ve que le sobra mucho pantalón, que puedes agarrar bien sin pillar chicha. Los genitales, que seguro son enormes, están bien sueltos y cómodos. Me excita.”

“7-Julio-2009
Qué subidón, ha sido increíble. Yo que creía que no tendría suerte… Las mesas y las sillas estaban ya todas puestas y había además mucha gente que le habían desmontado al pobre su trabajo, con lo que le cuesta ordenar las mesas. Él estaba en el fondo, en la caja de atrás. Pensaba que no tendría suerte. Entonces he visto que él salía. Camiseta verde oscura con letras y jeans anchos. Quieto no se le marca nada pero al moverse pero le veía un buenísimo bulto bien gordo y culillo. Se le hacían unas arruguitas bien sexys. Se diferencian bien las dos nalgas. Estaba muy molesto, se quejaba a la jefa que esa gente de fuera había juntado todas las veces deshaciendo su trabajo. El feo le pregunta si quiere un bolígrafo. Yo pienso que él se irá fuera y claro con tanta gente tardará horas. Igual me quedaba contento por haberlo visto de cerca. Él sale, pasa detrás de mí, casi nos rozamos. Yo tengo escalofríos. Es cuando se queja a la jefa por lo de las mesas. De repente él entra en la barra.
--dime, ¿una horchata? –me pregunta.
No me lo puedo creer, el bulto del pantalón se le queda apretado con la nevera es como si todo lo tapara la nevera pero hubiera quedado por encima libre, la verga eso sí envuelta en el jeans pero hace ese efecto, es como si le viera el colgajo y qué cachondo me pone ¡¡es que me he puesto malo¡ Me da la horchata, hace un gesto con los labios de satisfacción como esperando que yo dé mi aprobación y claro, la doy. A mi lado se han puesto una mujer y un niño. Él la pregunta a la mujer que quiere pero ella lo ignora. Entonces Pelayo (como me gusta poder llamarlo por su nombre) mira al niño pequeño que está al lado de la mujer. Me hace gracia como lo ha tratado. Lo mira simpático. Le pregunta ¿qué? Moviendo la cabeza. Le pone un granizado pequeño. Se acerca a mi Pelayo una mujer que al parecer lo conoce, él sale y vuelve a entrar. Y yo ahí olvidado por un buen rato, y encantado, sin que nadie me cobre. Él estaba en el almacén cuando me han cobrado, me daba pena irme sin verlo, sin despedirme de él. He visto que él salía detrás de mi.
Estoy en las nubes, es que es guapo se me ha metido bien a dentro. Me tiene enamorado, me tiene bien feliz. Nunca un hombre me había hecho sentir tanto. No sé si es mientras me atendía a mi o al niño es que le ha sonado el móvil. Lo lleva en el bolsillo, muy plano. Lo apaga de inmediato. Me ponía muy cachondo que le veía una goma blanca que parecía de los calzoncillos pero era muy ancha y no le quedaba pegado al cuerpo. También parecía un cinturón pero le salía de dentro del pantalón. Sería que los calzoncillos le iban grandes o una nueva moda? Me pone bien cachondo pensar que podían ser los calzoncillos.

A la una me he quedado con las ganas de volver. Está él en la barra y el feo fuera. Ir dos veces ya es demasiado y si no está solo pues es arriesgado. Ves a saber si cuando entro yo él se va. Además que lo que yo quiero es estar a solas con él, ver si se anima y me dice algo… ¡me gustaría tanto hablar con él¡ No he ido y me arrepiento porque no había clientes, a lo mejor me hubiera hablado. Pero bueno, me puedo dar el capricho de ir todos los días pero más de uno no. En la noche no estaba. Me imagino que tendría fiesta. Me alegro por él pero se echa de menos”.




Por su lado, Pelayo y Román están los dos desnudos y abrazados en su cama. Él lo mira con cariño.
--¿qué tal? –susurra Pelayo
Román apoya su cabeza en el torso de él.
--Tenía tantas ganas de estar así contigo.
Pelayo va jugando con el cabello de su chico que se va enredando entre sus dedos
--Eres tú el que te empeñas en salir con extraños.
Román incorpora en la cama.
--¿otra vez con eso? Es que no sé qué te han hecho… Se ven buena gente y Samuel está ilusionado con que seáis los padrinos de su hijo. ¿Cuál es el problema?
Y el problema es que Pelayo no quiere que su chico se junte con Yoli pero tampoco puede hablar con él abiertamente porque lo que no desea es remover el pasado. Se da la vuelta.
--ahora no tengo ganas de discutir, quiero descansar que mañana trabajo.
Román se enoja.
--¡así lo arreglas todo, con la excusa del trabajo¡
Pelayo apaga la luz. No lo mira:
--Mi trabajo desde luego no es ninguna excusa…
No quiere seguir escuchando y se hace el dormido. Román no le dice nada pero se muere de rabia. Está contento de tener una amiga como Yoli Además se está encariñando con Onofre. Piensa que si su hermana será su madrina pues será un lazo entre él y el niño y en cierta manera entre Román y Pelayo. Le hace ilusión y le duele que Pelayo no lo entienda..



A la mañana siguiente, Pelayo se está dando una ducha. Su cuerpo desnudo lleno de agua, jabón. Él que se acaricia con las manos. Llaman al timbre. Es Samuel , Román lo recibe con amabilidad.
--hola, no sabía que vivías aquí.
A Román no le gusta tener que fingir pero sabe que a sus padres no le gustaría nada saber que vive con un chico.
--No, vivo al lado. Espéralo en el dormitorio. No tardará…
Pelayo sale de la ducha desnudo y secándose la cabeza con la toalla. Entra en el dormitorio con la toalla en la mano. Se sorprende al encontrar a Samuel los dos se abrazan. Samuel está contento de haberse vuelto a encontrar con su amigo.
--¡no quiero que nos volvamos a perder¡ --le dice Samuel .
Samuel está temblando. Su amigo es guapísimo. Le sofoca verlo desnudo. Siente un calor que lo quema por dentro, un fuerte atracción sexual que le cuesta disimular. A Pelayo le gusta que su amigo lo toque estando desnudo pero ambos creen que el otro es hetero. A Pelayo siempre le gustó Samuel pero ahora prefiere no estar cerca suyo porque le trae al presente un pasado que quiere olvidar igualmente no se atreve a decirle nada.
--¡ahora que vamos a ser compadres, eso es para toda la vida¡
Samuel orgulloso que Pelayo sea padrino de su hijo…
--No creo que sea una buena idea --Pelayo.
--No encontraría uno mejor…
--Tu sabes que me acosté con Yoli, a mi pareja no le sentaría bien…
--Eso es pasado y el pasado ya no cuenta, tú tienes que ser el padrino de mi hijo.
Pelayo lo ve tan contento que no sabe cómo decirle que no quiere ser padrino de un niño que le dijeron que era hijo suyo antes que al actual padre.

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