martes, 23 de febrero de 2010

Capitulo 17



Es de noche, Fer va hacia su casa pero antes no quiere dejar de pasar la oportunidad de ver a su chico guapo en la heladería. Pelayo se hace de rogar. Lo ve en el mostrador que hay en el fondo del local.
--¿¿es que no voy a poder verlo de cerca? –dice para sí.
Fer se queda parado frente al ayuntamiento mirando. Finalmente sale Pelayo con una bandeja vacía en la mano. Pantalón azul marino. Nada ajustado pero muy elegante. Camiseta morada con el nombre de la heladería. Los pantalones no marcan el cuerpo escultural del camarero pero está muy guapo. A Fer le quedan dos euros y es que no se puede resistir. Él está en la puerta sin hacer nada, es como si lo estuviera llamando. Su cuerpo va tras el de él. Le gusta pasar por su lado. Tiembla. Nunca lo había tenido tan cerca.
--¡¡como me gusta, como me gusta¡ --dice para sí.
Pelayo está distraído no le presta atención a ese chico que lo mira como si él fuera un sueño, para Fer él es un sueño. Fer le saluda y Pelayo también. Fer entra contento. De reojo le observa el trasero a ese chico tan guapo. Está sofocado. Nunca un chico le había hecho sentir estas cosas. Le gustan aunque también le avergüenza un poco. Pelayo va a recoger una mesa y ya no lo ve más. Ha hecho una ‘travesura’ y se va contento aunque no deja de repetirse que se debe controlar.
--¡es una pena pero no tengo dinero para ir todos los días¡
Había quedado con él mismo que sólo iría a la heladería de estar él solo para estar seguro que él lo va a atender y por si de paso pueden intimar un poco. Aunque está contento por haberlo saludado es consciente que ha pagado dos euros por ese saludo.
--¡si esta mañana seguro que me atendía él y no he querido ir porque había más chicas¡¡y esta tarde yo sabía que él no me iba a atender¡
Ni él mismo entiende el impulso que le ha dado pero lo ha querido seguir. Está contento por haberlo visto y saludado.
--¡ya ahorraré cuando no tenga¡ --se dice.
Va a buscar a su perrito. Volverá a pasar… Recién lo ha visto para ya lo echa de menos.


Es ya la hora de cerrar, Pelayo está saliendo. Samuel se acerca a él.
--tío, ¿qué haces? –Pelayo.
--Nada, venía a ver si no tenías planes… Me apetece una noche loca de soltero…
Los amigos se miran con complicidad.
--Es que hace mucho que no salgo..
--Así que haces vida de perfecto casado… ¿no?
Samuel fuerza una sonrisa. No se atreve a decirle que su única diversión es Ernesto, el hermano de su esposa. Pelayo y Samuel sienten una atracción el uno por el otro, se excitan al recordar los momentos que han vivido juntos pero ambos están convencidos que el otro es hetero, que nunca habrían tenido una historia juntos. Les gustaría poder recuperar esa amistad que tuvieron antaño, esa amistad que escondía sus verdaderos sentimientos.
--Yo había quedado con unos colegas para tomarnos algo en un bar… ¿te vienes?
--¿sales de un bar y me metes en otro? –Samuel con ironía.
Pelayo abraza por los hombros a su amigo. Ambos se estremecen, les cuesta mucho disimular lo mucho que se gustan, sus ganas de besarse.
--¿vamos?
--si por mi sí pero ¿Y Fátima…? ¿No le tienes que decir nada a ella?
Pelayo saca su celular y lo apaga.
--cuando llegue a casa sé como arreglar las cosas.
Los dos amigos se sonríen con complicidad.
--¿y con tu mujer?
--Yoli pasa de mi…
--Es una pena…¿no?
Los dos amigos hablan como si no hubieran pasado los años y fueran los mismos adolescentes.
--Porqué sigues con ella?
--por mi hijo. Es lo más grande que tengo… ¡es que es una parte de mi¡
Pelayo se siente incómodo cada vez que su amigo menciona a su hijo. Empieza a hablarle de música para cambiar de tema.
--¡hey mira, esos son mis amigos¡ --dice Pelayo.
Se hacen las presentaciones.
--¿Dónde vamos?
Pelayo tiene ganas de estar con sus amigos pero tampoco le apetece ir muy lejos. Acaban en un bar. Toman unas cervezas, hablan. Pelayo se pega a una de las máquinas. Comienza echándole un euro, cuatro… Saca un billete de diez que le da a Samuel .
--di que lo descambien…
Cuando se pule ese dinero y saca otro billete, Samuel le regaña:
--¿estás seguro de lo que haces?
Pero Pelayo está totalmente enganchado. Llega a los 30 euros gastados. Samuel alucinando.
--Tío, no seas loco… estás gastando mucho…
Acaba dejando la máquina con 40 euros menos.
--Espero que esto no lo hagas mucho porque si no…
Pelayo pone cara de circunstancias.
--Es que me apetecía distraerme pero si se entera mi pareja me irá mal.
--Por mi no te preocupes.
Los dos chocan sus manos. Se despiden.


Román espera a Pelayo furioso.
--¿¿¿Dónde estabas?
Pelayo se empieza a desnudar.
--No tengo ganas de discutir, me encontré a unos amigos y nos fuimos un rato a un bar…
--¡¡si pero luego cuando yo quiero salir tú siempre estás cansado¡
Pelayo se ha quedado en calzoncillos. Mira al chico pícaro. Le acaricia el pecho.
--pero ahora aún me da un rato para ti…
Román se aparta molesto.
--¡pues yo no¡
Pelayo lo conoce. Sabe como acariciarlo, como tocarlo, como besarlo. Acaban en la cama haciendo furiosamente el amor. Román ama a ese hombre pero le molesta que trabaje tanto y que no le dedique todo el tiempo libre a él
--Yo está situación no la aguanto, yo entiendo que necesitamos el dinero pero ¿salir sin mi?
Román va hablando pero Pelayo no le contesta y Román se da cuenta que se ha quedado dormido. Se siente frustrado. La convivencia no está siendo como esperaba. Creía que iba a poder estar siempre al lado de Pelayo, estando siempre juntos, haciendo el amor, pero se veían más cuando no vivían juntos.

Al día siguiente, como siempre, Emilio comparte con su diario sus vivencias con Pelayo.
“11-julio-2009
Hoy he ido a ver a mi guapo explotado. Es que ya está bien, no le dan fiesta. Yo me alegro por mi pero es que me da pena. Las sillas aún no están todas puestas pero él está cambiando las cubetas de los helados. A su lado la jefa. Él se queja que está muy cansado.
--¡venga, ya¡ –dice ella como si hubiera dicho una tontería.
Y yo pienso, ¡so bruja si no le das fiesta al pobre como no va a estar cansado¡
Le cuesta mucho abrir la tapa de la cubeta. Pone cara de gran esfuerzo que hasta hace sufrir. Luego pone la nueva en la nevera que hay frente a mi debajo la barra y saca la otra. Yo le pido una horchata mediana.
--vale –me dice cuando me la da.
Lleva la misma ropa de los dos días anteriores. No hace frío pero si hace fresco, no es el mejor momento para llevar pantalones cortos. La camiseta blanca y muy vieja, si no es la misma de los dos días anteriores es muy parecida. No sale de la barra. Es muy guapo y me gusta estar con él pero es una pena que no le vea el culo. Me pongo de puntillas para asegurarme que los pantalones son cortos. Se ve muy hombre, maduro, formal, pero ¡¡debe ir por los 19 años por tal y como se comporta, Es algo que me encanta. Ya no es un simple guapo que he visto en la biblioteca, es una persona que estoy comenzando a conocer, que estoy viendo cómo actúa. Me hacía ilusión que me fuera tomando confianza, que fuéramos hablando, ya veo que eso no pasará. No sé si es mi culpa pero no veo que por mucho que yo vaya cambie su forma de comportarse conmigo. Y yo que estaba preocupado porque claro trabajando tanto es normal que esté cansado… ¡que pillo¡
En un rincón de la barra está el feo de siempre. Comenta que anoche, al salir de la heladería se fue a un bar con unos amigos, que se fue a la máquina, que comenzó con 3-4 euros y que acabó gastándose 30 ó 40. Físicamente se ve todo un hombre pero se sigue comportando como un adolescente. Igual me gusta saber estas anécdotas de su vida. Me hace sentirlo una persona cercana a mí. Por un lado parece que lo diga como si fuera una gesta pero por el otro lado se reprocha aunque tranquilo:
--mira que pasarme toda la semana trabajando por 260 euros para luego ir a encerrarme a un bar y gastarme 40 euros.
Creo que ha dicho 260 Euros. El feo tampoco lo ha entendido bien porque se lo hace repetir. Ha sido un momento casero que me ha gustado compartir con él. En un momento dado que está delante de mí le doy el dinero.
--venga, gracias.
Yo me voy contento. Me gusta estar metiéndome en la intimidad de Pelayo, ir sabiendo cosas de su vida. Me gusta el juego que se tiene con el feo. No creo que sean pareja pero para mí que hay algo. El feo sí tiene que ser gay y le gusta Pelayo. ¡Ya me gustaría a mí que Pelayo fuera gay¡¡em>



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