martes, 23 de febrero de 2010

Capitulo 13



(el camarero feo)

Como cada domingo Emilio deja flores en la tumba de sus seres queridos, luego en vez de volver a su casa, se desvía y llega hasta la heladería. El calor hace necesario tomar algo frío. Eso sí ya tenía la costumbre de hacerlo sin prestar atención a que esté macizo o no el camarero. Ahora además pues disfruta de la compañía de su camarero favorito.

“5-julio-2009
Después que ayer estuve leyendo lo que años atrás escribí de mi guapo de los helados hoy tenía más ganas que nunca de verlo. Me he quedado dormido y he salido más tarde. Temía que, como pasó el domingo anterior, él después de poner las mesas y las sillas se metiera dentro y no lo viera. Es que si no lo hubiera visto es que me da algo. Todas las mesas y las sillas estaban ya colocadas y él no se ve. Yo me preocupo, temo no verlo. Al pasar veo ya en el interior una camiseta negra con letras, es un hombre con buen cuerpo ¡¡tiene que ser él¡ Siento que el corazón se me va a salir por la garganta. A lo mejor le falla un poco la nariz pero ¡¡es tan guapo¡ Está detrás de la barra con un chico horroroso. Pelayo es el que está más delante y ¡¡quien me atiende¡
--¿una horchata mediana? –me pregunta.
Y yo estoy encantado. Y yo encantando que me atienda él y que encima me trate con esa familiaridad.
--¿se la pones tú? –le pregunta al feo que tiene al lado.
Es que este chico me encanta, lo llevo en la sangre. Nunca me gustado nadie como él. Lo he visto a él muy bien, en plan muy experto, como si llevara toda la vida haciendo esto. Le va enseñando al feo como se debe limpiar tal nevera.
--Tú en la noche no estás ¿no? Esto es en la noche –le va diciendo.
Luego igualmente le va explicando cómo lo tiene que hacer. Yo no le saco los ojos de encima, Pelayo me mira de reojo. Me encanta, es guapísimo. Sale fuera de la barra y toma la bandeja pero casi parece más que juegue. No hay más clientes. Lo veo muy informal y me gusta estar compartiendo un momento cotidiano con él. Llega un hombre que trae unas garrafas enormes. Comenta que son de 120. Mi chico guapo le pregunta sobre el otro día y el hombre le contesta que también, que siempre trae 120. Luego hacen la broma, el hombre dice que ya que en carretera no puede ir a 120.
--ahora puedes ir como quieras –dice mi chico divertido.
Mientras esto pasa, mi chico guapo se ha plantado en medio del pasillo, muy cerca de mí. Lleva pantalones de militar muy anchos. Es una aparición, él, tan guapo… Sonríe en el momento de la broma. Nunca lo había visto sonreír. Es una sonrisa abierta, mostrando sus perfectos dientes. De pronto, una mujer lo llama desde dentro:
--¡¡Pelayo¡
Yo no puede creer mi suerte… Su nombre… al fin ese rostro tan bello tiene rostro, ya no es un simple chico guapo, ahora es Pelayo. La mujer le pedía que pusiera dentro no sé qué de la cerveza o algo así pero lo que es verdaderamente importante es que al fin sé cómo se llama el que me ha robado el corazón, el chico por el que llevo suspirando tres años, tres. Como me gusta este macho, sueño mucho despierto, sueño que estamos juntos, que somos amigos, que tenemos una relación. Es lo mejor que he pasado, nunca con un chico guapo viví momentos así. Me sabe mal por él que no tiene fiesta pero yo encantado de verlo todos los días y espero que esto sea así siempre… Después de esto no me imagino que sería de mi vida si le vuelvo a perder la pisto, no lo soportaría”,




Esa tarde, Pelayo está solo en su apartamento. Tumbado en el sofá viendo la tele. Descansa porque ha trabajado en la mañana y en la noche le toca trabajar también.
--¿y donde se metió Román? Luego se quejará que no pasamos tiempo juntos si cuando yo puedo él desaparece.
En ese momento Román llega con Onofre.
--¿y ese niño?
--Es el hijo de Yoli…
--si, ya lo sé…
Pelayo y Onofre se miran con curiosidad. Pelayo no puede sostener la mirada a ese pequeño es como si el niño supiera que es su padre y se lo estuviera reprochando.
--¿y qué haces tú con él?
--Yoli me pidió el favor. Resulta que no puede localizar a la amiga que se lo cuida siempre que creo que sería la novia esa que me dijiste y bueno aquí estamos…Yoli y Fátima se han hecho íntimas, se han ido de compras. Se supone que tu novia, mi hermana, me ha pedido el favor a mí.
Pelayo resopla, no deja de mirar al pequeño tratando de buscar algún parecido que le aclare si es o no su hijo. A Pelayo no le hace ninguna gracia que ese pequeño que puede ser suyo esté tanto con Román y su supuesta novia. Le da miedo que muchos secretos salgan a la luz.
--¿no crees que te estás tomando muchas confianzas con esa gente?
--¿esa gente? ¡son tus amigos¡
--¡Yoli no¡
Román está feliz jugando con ese pequeño. A Pelayo le angustia ver a su pareja encariñándose con el que supuestamente puede ser hijo suyo. Sabe que no se lo va a perdonar nunca si lo descubre. Espera que Yoli, ya que tiene marido, sea juiciosa.
--¿a qué estás jugando, Yoli? --dice para sí.
Román mira a Pelayo y le dice:
--Aún no es oficial pero no puedo esperar. A Yoli le ha dado por bautizarlo a Onofre… ¡Fátima y tú van a ser los padrinos¡
--¡No¡
Pelayo no puede permitir que la hermana de su pareja sea la madrina del hijo de su ex amante, posible hijo de él.
--¡no, me niego¡
A Román le hace ilusión porque ese niño le despierta una ternura especial y no entiende porque su chico le tiene tanto rencor a Yoli.
--¿qué es lo que te pasa con Yoli?
Pelayo no quiere levantar sospechas pero se siente amenazado por Yoli.




Por otro lado, Samuel se levanta desnudo de la cama de Ernesto. Se empieza a vestir rápido. Se le nota molesto.
--¡un día de estos me voy a hartar y no voy a venir más¡
Mientras Samuel se sube los pantalones y se los abrocha, Ernesto se levanta envuelto en la sábana. Se muestra angustiado.
--¡no me puedes hacer esto… ¡yo te amo, he arriesgado mucho por ti. Nunca me había entregado a nadie como a ti.
Samuel se sube la cremallera, lo mira con un ¿y? Ernesto llora, se desespera.
--¡no me trates como a una golfa¡ --le suplica.
--¡tú sabías que yo era casado y con tu hermana cuando te metiste en mi cama, yo no te engañé, yo jamás te prometí nada, tú te revolcaste conmigo porque te apeteció¡
A Ernesto le duele la frialdad con la que la trata Samuel , que no entienda que todo lo hizo porque se enamoró de él. Samuel ya está vestido. Ernesto se tumba en la cama llora. Samuel se acerca a él y le reclama.
--si a ti te gusta estar conmigo ¿porqué no podemos divertirnos y punto? Yo ya tengo broncas con Yoli, vengo aquí para estar tranquilo, no para qué me angusties tú. No soporto que siempre después de joder me vengas con reproches, ¡ni que no te gustara¡
--Eso es lo que me molesta de ti, que hables de joder. Yo no jodo, hago el amor, para ti soy tu amante… Tampoco es tanto lo que te pido, ya que sólo me buscas para el sexo… ya que tengo que renunciar a ti, vivir en secreto… Tampoco es tanto. A mi me gustaría vivir un amor libre.
Samuel mira a Ernesto con dureza.
--¡ni se te ocurra…¡ ¡si me haces una jugada así te irá mal¡
Samuel es muy duro con él. Se va enfadado y Ernesto se queda en la cama llorando.

En la noche, Pelayo está la heladería. Atiende unas mesas. En una Yoli que lo mira sonriente y desafiante. Él se pone nervioso, trata de ignorarla. Yoli le pide una cerveza, en el momento que él se la trae ella le toca la mano. Él se aparta su mano brusco y le reclama.
--¿¡Que quieres…?¡
--A ti… --coqueta.
--¡Los dos tenemos pareja…¡ --sofocado.
--No te confundas, no te quiero para eso… ya te gustaría a ti –irónica.
--Entonces ¿¡qué quieres…?¡ --desesperado.
--Arruinarte la vida…
Pelayo siente la amenaza y le asusta.
--¡Tú ya tienes un marido, ¿qué más quieres? –le reproche asustado.
Ella está furiosa:
--¡me tuve que acostar con él para que se hiciera cargo de tu responsabilidad..¡
--Samuel adora ese niño y no es cuestión de hacerlo daño… --suplica Pelayo con la esperanza de emblandecer el corazón de la joven.
--¡Tu arruinaste mi vida y yo voy a arruinar la tuya… te lo juro…¡
Es una amenaza y fuerte. Pelayo se muestra asustado, llega Román y Fátima… con Yoli se tratan de amiguísimos, se dan beso y todo. A Pelayo no le gusta nada que estén juntos pero no sabe cómo pararlo, nota como Yoli lo mira desafiante, ella ya ha dejado sus cartas sobre la mesa y Pelayo no sabe qué hacer para salir de este lío sin salir el lastimado y sin que tampoco salga lastimado Samuel .

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