martes, 23 de febrero de 2010

Capitulo 20









Pelayo pasa horas angustiosas. Samuel no sale de la habitación. No le quiere hablar. Pelayo no puede dormir. Da vueltas en el sofá. Le duele más la rabia que ve en los ojos de su amigo que el haber perdido a su chico. Va temprano a la playa. Necesita descargar su rabia de alguna manera. Necesita desahogarse.
--ojalá me encontrara alguien dispuesto a complacerme –dice para sí.
Pelayo necesita descargar su rabia y nada mejor que correr o el sexo. Fer camina por la orilla. Le gusta pasear junto al mar cuando no hay nadie que se pueda burlar de él. Siente que su corazón se le va a salir por la garganta.
--¡¡es él..¡ ¡¡es él¡
Pelayo mira a Fer resignado.
--por un macho que se acerca y tiene que ser feísimo.
Pero le excita el deseo que ve en los ojos de Fer. Se acerca ansioso y Fer casi se desmaya.
--Yo a ti te conozco…
Fer está que salta de las dos patas.
--¡sí.. sí…¡
Pelayo lo mira con cara de depravado:
--he notado que me miras mucho, te gusto ¿no?
Fer agacha la cabeza ruborizado. Pelayo lo mira con ojos libidinosos.
--te necesito... No me hagas preguntas...
Pelayo no tiene ganas de sentimentalismo. Busca un agujero y Fer se derrite al ser tocado por él. Cae en la arena con Pelayo encima.
--espera que me pongo el condón –jadea Pelayo desabrochándose los pantalones y buscando un agujero donde descargar.
Fer se siente en el paraíso, está viviendo un sueño y no quiere que se detenga. Es rápido pero Fer siente como si volviera a nacer. Una vez se ha desahogado, Pelayo se da cuenta de lo que ha hecho. Se lleva las manos a la cabeza mientras dice:
--¡¿¿virgen?¿¿¡eras virgen?¡ --dice al ver sangre en los pantalones de Fer.
Ha sido violento, no ha ido con cuidado.
--¡hubiera sido más delicado¡
Para Fer ha sido un momento mágico. No ha sentido dolor. Pelayo se lleva las manos a la cabeza, cualquier cosa se esperaba menos eso. Tiene miedo que el joven le haga un escándalo.
--¿porque no me paraste...? yo... sólo quería desahogarme... yo...
Pelayo está alterado. Lo que menos quería es comprometerse con ese chico que siempre lo comía con los ojos. Fer ha vivido el momento más hermoso de su vida y lo ha hecho sin pedir nada a cambio. Se muestra cariñoso:
--tranquilo no tienes que volver a verme...
Pelayo se queda tranquilo pensando que Fer está feliz. Fer llora.
--no te quería lastimar... –Pelayo sintiéndose culpable.
--no, si lloro de felicidad... –emocionado.
A Pelayo le impacta darse cuenta de lo mucho que Fer lo quiere sin apenas conocerlo.
--volverás? –pregunta Fer con timidez.
Pelayo no se atreve a mirarlo a los ojos.
--No. Lo siento... si hubieras sabido que eras virgen... Aunque supongo que estabas esperando estrenarte, que podía ser cualquiera.
Fer lo mira enamorado:
--No, tenías que ser tú. Me has hecho el regalo más hermoso, vivir mi primera vez juntos y no quiero que te preocupes.
Pelayo teme que ese chico no se sepa dominar cuando vaya a la heladería.
--No vuelvas a buscarme, no te acerques a mí. No te quería hacer daño.
--soy feliz... que no te sepa mal... –dice Fer que está en shock.
Pelayo se va tranquilo.

Fer, al llegar a casa, se mira en el espejo. Es un día especial para él.
--¡¡hicimos el amor, hicimos el amor¡¡¡¡
Le cuesta distinguir lo que es realidad de lo que es sueño.
--No, no lo soñé.
Da un pequeño salto.
--¡mi primera vez, mi primera vez para él¡
Estaba tan emocionado, tan nervioso que ni siquiera acertó a preguntarle su nombre. No sabe como se llama pero sí sabe como besa, como acaricia… ¡como hace el amor¡ Fer tiene ganas de gritarle al mundo lo feliz que es.
--¡¡es que lo amo… lo amo¡
Sonríe pícaro:
--¡hacer el amor es maravilloso¡

Al cabo de un rato, Pelayo está en su trabajo. Habla con Ermenegildo, su feo compañero.
--¿tienes mala cara? ¿te pasó algo?
--buf, ni me hables… No me quiero acordar…
Ermenegildo pensaba que Pelayo le contaba todo y le duele que no le tenga confianza.
--no, tranquilo. Si no me quieres contar no me tienes que contar.
Se le nota dolido. Pelayo se sonríe:
--No es por ti, es por mí. No quiero que te decepciones de mí…
--Eso no pasaría nunca…
Ermenegildo sonríe enamorado pero Pelayo no se da cuenta, cree que es simplemente un amigo con el que puede hablar de todo.
--Lo que pasa es que una ex me armó un lío y me dejó mi (hace una pausa, duda si ser sincero pero finalmente dice) novia…
Ermenegildo tiene que fingir pena cuando no lo tiene, cuando le excita que su amado y mejor amigo sea un soltero guapísimo.
--pero vivíais juntos, ¿no?
--Me dejó solo…
--¿y ahora qué vas a hacer con todos los gastos?
--Eso no me preocupa, era yo sólo el que trabajaba… Además un amigo se ha venido a vivir conmigo…
Ermenegildo escucha con mucho interés, le hubiera gustado que Pelayo le pidiera que se fuera a vivir con él. Sabe que es un amor imposible, que para Pelayo es casi un hermano, que no podría tener nada con él. No imagina que es gay. Lo hace el tipo más hetero del mundo.

Muy contento, Fer pasa por la heladería. No sabe bien cómo comportarse con Pelayo, no quiere presionarlo pero tampoco quiere dejar de verlo.
--aunque sea puedo hacer como si no pasara nada… --dice Fer para sí.

Pelayo está acabando de colocar la terraza. Ya están las sillas y les mesas puestas, está acabando de colocar los cojines. Se incomoda al ver a Fer con lo que opta por entrar
Lleva la misma ropa de los días anteriores. Camiseta blanca algo vieja y tejanos cortos.
--parece que lo haya adoptado como uniforme –dice Fer para sí.
También piensa que no ha hecho muy buen tiempo, pese a ser verano, para llevar esos pantalones. Pelayo se incomoda al ver acercarse a Fer. Tiene miedo de lo que le vaya a decir, de lo que vaya a hacer. Así que opta por entrar al almacén. Fer se queda decepcionado. Se sienta en el ayuntamiento observando todos los movimientos. Pelayo sale al rato y acaba de poner los cojines. Fer quisiera pasar por su lado para saludarlo pero sería muy descarado volver a pasar cuando ya ha pasado, pasar por su lado y luego volver atrás para entrar en la heladería. Se espera a que Pelayo esté dentro. Lo ve apoyado en la barra, y en ese momento entra. Pero justo a la vez que Fer entra un repartidor. Pelayo, bien travieso, y sin girarse, estira la pierna y le da una patada, de broma, al hombre. Al ver a Fer, Pelayo entra tras el repartidor. Fer se entristece aunque le ha gustado ver ese momento divertido de Pelayo. Se toma un granizado grande para darle tiempo a él a salir. Lo ve en la entrada del almacén colocando cosas en la nevera. Fer se toma su granizado bien lentamente e incluso está tentado a pedir otro para darle más tiempo a él pero le parece excesivo, además que Pelayo ha entrado en el almacén y ya no lo ve. Opta por quedarse sentado en el Ayuntamiento un buen rato pero él nada que sale. Acaba dándose por vencido.
--¡que fracaso más absoluto¡

Al rato Pelayo vuelve a la barra. Se queda un rato hablando con Ermenegildo.
--¿te puedo hacer una pregunta íntima? –le pide Ermenegildo muy nervioso porque trata de ocultar que tiene verdadero interés en la respuesta.
Pelayo se muestra muy amable.
--claro ya sabes. Con confianza.
--¿qué has tenido con el chico que acaba de salir?
Pelayo se pone muy nervioso. No esperaba que Ermenegildo se hubiera dado cuenta.
--¿Porqué crees que ha pasado algo?
--Por como te ha mirado y por lo nervioso que te has puesto.
Para Ermenegildo sería un sueño no sólo que Pelayo fuera gay sino que hubiera tenido algo con un chico feo porque eso le haría tener esperanzas de tener algo con él.

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