martes, 23 de febrero de 2010

Capitulo 15

Emilio ha pasado el día fuera de su casa porque ha tenido que hacer unos trámites. Al llegar lo primero que hace es conectar su ordenador. Revisa las notas que ha ido tomando para que su relato sobre Pelayo sea lo más exacto posible:


“9-julio-2009
Hombre, hoy he tenido un buen día. En la mañana ha estado bien. Me he arriesgado y me ha salido bien. Pelayo (que gusto llamarlo por su nombre) está fuera hablando con dos señoras. Camiseta blanca, tejanos cortos, hasta las rodillas. Es muy guapo, me gusta. Aún no ha acabado de colocar las sillas. Sale cargado de sillas y casi se choca con un viejo. Mi guapo Pelayo se disculpa muy amable. Es que este chico me encanta, es el mejor hombre del mundo. Yo paso en ese momento. No me mira, parece que pasará de mí pero me saluda y yo entro contento. No hace un buen día, incluso estaba cayendo gotas. No me apetece tomar horchata. Si hubiera estado él le pido batido de chocolate que vale el doble pero no, me atiende el feo siempre. Suena el teléfono en el mostrador del fondo. En la barra el feo y la jefa. Tiene que ser Pelayo que entre corriendo. Está bastante rato hablando. Lo veo apuntar. Yo ya he acabado pero yo quiero esperar a que él pase. Tengo suerte que el feo y la jefa están ocupadas y no me hacen caso. Él pasa con sillas. Luego vuelve a entrar. Yo pienso ¿es que no me va a cobrar? Tan atento que se ve siempre, me sorprende. Entonces me ve y me pregunta:
--¿cobro?
Yo le he puesto los dos euros en la palma de su mano. Nos hemos rozado y ¡como lo he disfrutado¡ Me encanta sentir su cuerpo. Sobran 10 céntimos y también nos hemos rozado al devolvérmelo. ¡Me entran escalofríos del gusto al tocarlo¡ Lo que luego he pensando que él con tanta seguridad siempre da por hecho que quiero mediana no sé si le habrá chocado que a él le pida mediana y a los demás pequeña. Pero bueno lo importante es que me encanta este macho. Es la luz de mi vida, es lo que me da vida, gracias a él vivo los únicos momentos bonitos de mi vida.

A la una me he quedado con las ganas de ir a la heladería. ¡Lo tenía solo para mi, en una mesa del fondo leyendo el periódico¡ pero es que llovía y entrar en una heladería lloviendo me ha parecido demasiado descarado. De hecho incluso en aquel momento pensaba que si me atrevía a ir algo me diría, eso lo lograría, que como mínimo me dijera que estoy loco. Raro me parecía y yo no me atrevía y más cuando a las 2 y media tenía que volver a pasar. Quería volver y a las 2 y media no sólo llovía y hacía frío ¡¡tronaba¡ ¿no era demasiado descarado ir a una heladería en esas circunstancias? ¡era de locos ir¡ Lo veo tan solito en la mesa del fondo como a la una, quiero ir pero no me atrevo. En eso que un señor muy elegante, en traje, se acerca ¡¡y compra un helado¡ Hay que estar loco para comerse un helado lloviendo pero si ese hombre puede hacerlo ¡yo también¡ porque no creo que a ese hombre le guste también Pelayo y por eso ha entrado. Decido que iré pero ¡cómo me hace esperar¡ Tarda mucho y yo ya con unas ganas de entrar pero claro no quiero entrar por si luego sale otra a atenderme… Se va el cliente y entro yo. No había visto que estaba el feo de casi siempre. Mi guapo está en la barra y el feo fuera de la barra. Yo estaba mirando embobado a Pelayo que ¡¡se estaba rascando la barriga por dentro de la camiseta dejando descubierto un poco de carne¡ pero yo no tengo tiempo a ponerme cachondo porque me resbalo y casi caigo. Pienso que ya que he estropeado el momento de placer no habría estado nada mal que me cayera y él me tuviera que ayudar aunque me hubiera sabido mal ponerles a ellos en ese compromiso. Es todo un resbalón. Él me mira entre sorprendido, asustado y preocupado. Dice algo como “¡epa¡” Y lo peor del caso es que por culpa de este resbalón no he podido gozar del pedazo de chicha que enseñaba. ¡¡es que se rascaba por debajo de la camiseta, era un momento muy sensual que yo he estropeado¡ Entro y veo que se mete la mano dentro de la camiseta, le veo el ombligo con muy poco pelo. Pensarlo me pone cachondo aunque no lo he podido disfrutar. A penas puedo gozar unos segundos porque creo que lo interrumpe mi inoportuno resbalón ¡¡que rabia¡ ¡¡ya me vale¡¡ con razón se reían siempre de mi en la escuela, es que soy un impresentable. Es la imagen más excitante que he tenido de él. Sólo por eso ya merece la pena haber pagado “entrada”
--pon periódicos –le dice él al feo(no se ha matado mucho, ha puesto dos hojas)
Luego me mira a mi simpático y me dice:
--antes ha venido un hombre y también…
Menos mal que no soy el único imbécil. Yo estaba emocionado, avergonzado por mi entrada no he dicho nada, tal vez si yo hubiera dicho algo pues hubiéramos podido hablar pero es que no estoy acostumbrado a hablar con la gente. Supongo que mi actitud reservada le da pie a no hablarme. Yo estoy encantado de estar nuevamente con él. Como ya tenía pensando le pido batido de chocolate. Para horchata no hace día, vale el doble pero también da más trabajo, así lo tendré más tiempo para mí. Me pide confirmación:
--¿batido de chocolate?
No me pregunta tamaño, me pone pequeño, pero sí si es para llevar y claro, ¡no¡ Lo veo yendo a la nevera que da a la calle donde están los helados. Luego de nuevo en la nevera que hay bajo la barra, frente mío ¡y a batir¡ Es más cuidadoso que otros. Va mirando como está, incluso ya me lo pone en el vaso cuando hecha más helado y de nuevo a la batidora.
--bebe un poco que te pongo lo que sobra, para tirarlo a la basura.
Él se queda delante esperando. Yo bebo y me pone el resto. Me mira medio sonriendo como pidiendo mi confirmación que claro que yo le doy. Estoy emocionadísimo de estar tanto rato de tenerlo delante, me gusto mucho. Veo como lava la máquina de batir. Me ha gustado tenerlo en frente bastante rato. Se le ve las patillas. No sé si es así o es mal afeitado. No tiene pero le está saliendo pero es que en algunos lugares tiene más. ¿descuido o moda? A saber. Toma dinero del bote (un vasito de los helados) Yo me he dado cuenta de lo tacaño que soy que nunca les he dado propina ¡ya me vale¡ He pensando que podía haberle dicho que se quedara en la mañana los dos euros pero bueno me ha ido bien porque así lo he tocado.
--ahora vuelvo –le dice al feo para sorpresa y decepción mía
Pone cara de travieso y a mi me da curiosidad.
--¿Dónde vas? –le pregunta el feo.
--voy al bar de enfrente a ver si tienen lima.
Dice que es para el granizado que así no vale nada. El feo le da la razón.
--no tardes –le dice el feo
Me ha gustado esta escena casi de pareja entre ambos. Me gustaría estar más por ahí. A mi me sabe mal que se vaya, encima que he pagado para estar un rato con él, podía esperar de atenderme. Pero bueno, estoy contento. Ya está fuera cuando le dice al feo:
--son 3,60 (mi batido)
Con lo poco que me quedaba ya se habría podido esperar. En fin. Al feo se le cae el cambio. Se ríe confianzudo. Me gusta el clima que se respira en esa heladería y que yo forme parte de él. Yo me quedo en la esquina. Lo veo salir del bar, lo llaman y vuelve a entrar. Entonces tarda en salir. Vuelve a la heladería corriendo, llueve.

Nunca me fijo en las piernas de los chicos pero en él sí, son peludas. Me gusta que no esté depilado. Ojalá algún día pueda disfrutar de otra parte de su bella anatomía. Me encanta este hombre. Por lo ansioso que soy me voy tomando las cosas con calma, voy gozando de lo que él me ofrece. A verdad si es verdad que está a punto de venirme ansiedad, cuando más tengo más quiero. Me gusta mucho y si es verdad que me da pena no tenerlo. Es alguien muy especial y me duele que algún día vuelva a desaparecer de mi vida. Como amante ya sé que es imposible pero sí me gustaría que fuera alguien en mi vida diario pero bueno me conformo con lo que ya tengo.

En la noche no estaba. A ver me alegro por él porque se merece descansar pero he echado de menos verlo.”



Pelayo, por su lado, está trabajando. En una de las mesas se ha puesto Yoli.
--¿qué quieres?
Ella se muestra provocativa.
--Sexo contigo o largo todo lo que sé…
A Yoli le gusta mucho él pero lo que más le gusta es hacerle la vida imposible por haberla dejado. Pelayo no le dice nada, va a pasar de lado.
--¡si no me atiendes bien pondré una queja¡
Pelayo no le hace caso y entra en la heladería. Yoli se ha quedado furiosa.

Pelayo llega a su casa con su padre.
--seguro que a Fátima no le va a molestar que cene con vosotros?
--No, claro que no.
Pelayo está contento de estar con su padre.
--Es que teniendo la tarde libre que yo te venga a molestar…
Pelayo acaricia a su padre con mucho cariño.
--no me vengas con tonterías…
Pelayo abre la puerta y le cae una pelota a los pies. Es el pequeño Onofre que está con Román
--¿y este niño? –don Pelayo.
Pelayo se sofoca, no sabe qué decirle a su padre. Fátima (a la que anteriormente Pelayo ha avisado para que esté) toma en brazos al pequeño y dice:
--es nuestro ahijado…
A Don Pelayo le sorprende que su hijo no le haya hablado de ese niño. Agobiado, Pelayo le dice a su padre.
--Es el hijo de Yoli.
Don Pelayo fulmina con la mirada a su hijo. Padre e hijo tratan de disimular.
--¿me pones una cerveza?
Se van a la cocina. Don Pelayo cierra la puerta y reclama a su hijo.
--¿¿qué estás haciendo?
--¡Es Yoli –dice desesperado—me vuelve loco, se ha metido en vida para hacerme daño. Se hace la amiga de ellos –señala hacia la puerta-- y yo no sé cómo decirle que se aleje de ella sin contarle la verdad¡
Don Pelayo mira a su hijo serio y le dice:
--pues si no quieres perder a tu mujer aleja a esa loca de tu vida…
--si supiera cómo –murmura Pelayo preocupado.


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