martes, 23 de febrero de 2010

Capitulo 11



Samuel sigue hablando a Pelayo sobre Emilio.
--¿lo conoces?
--Sí, ha comenzado a venir todos los días…
--A ese gay le gustas…
--¡que tontería¡
--¿y qué se suponía que estaba haciendo subiendo y bajando y mirándote?
Pelayo va balbuceando. No sabe qué decir así que no dice nada.
--¿¿¡lo ves?¡ ¡Se lo he visto en la cara, ese tío se pone cachondo por ti¡ ¡¡te lo digo yo que entiendo de gays¡
--¡Así¡¿tienes amigos gays? ¡seguro que alguno se ha enamorado de ti¡
Pelayo habla casi de sí mismo, quiere saber que pensaría Samuel de que eso fuera cierto. A Samuel le encantaría pero se pone nervioso imaginarlo. Supone a Pelayo bien hetero y no quiere que sepa lo mucho que le gustaba.
--¡Ningún chico se ha enamorado de mi de mí¡
Pelayo no entiende lo mucho que se ha enfadado su amigo. Siente que Samuel debe ser homófobo, que no le puede decir que es gay y se va a enojar con él y eso le duele.
--bueno, tampoco te pongas así. No tiene nada de malo.
--¿a caso a ti te gustaría que un maricón se enamorara de ti?
Samuel habla con rabia (es el coraje de no vivir la vida que desea, de saber que nunca podrá tener a Pelayo), Pelayo se muestra tranquilo.
--A mí no me gustaría hacer sufrir a nadie puesto que no lo podría corresponder pero mientras a mí no me hagan daño, no me falten al respecto pues ese tipo de sentimientos nunca podrían ofender a nadie.
Pelayo habla de cómo le gustaría que Samuel le tratara si algún día le confiesa que le gustaba. A Samuel le gusta que Pelayo sea así, que si algún día se entera que se sintió atraído por él no se enoje pero como lo cree hetero no le parece que tenga que decirle nada.
De pronto los interrumpe un pequeño de dos años. Al grito de papi, papi se lanza encima de Samuel . Al chico se le cae la baba con su hijito. Lo alza por los aires.
--¿¡como está mi campeón?
Samuel siente verdadera pasión por su hijo, con orgullo se lo presenta a su amigo.
--Este es Pelayo, un muy buen amigo mío.
Ante la orgullosa mirada de su supuesto padre, el pequeño Onofre extiende su mano:
--mucho gusto.
Pelayo sonríe con cariño mientras le da su mano a ese niño. Siente un nudo en la garganta al mirar a los hijos a ese niño:
--¿y si fuera mi hijo? –piensa.
Es algo que no se quiere ni plantear. Lo que más le duele es ver el gran cariño que hay entre su amigo y ese pequeño y que él sabe que no los une lazos de sangre. Yoli llega en ese momento. Sufre una fuerte impresión al ver a Pelayo acariciando a su hijo. Hacía mucho que no ve a Pelayo y le tiembla todo.
--No me extraña que me volviera loca –dice para sí.
Siempre le ha gustado mucho Pelayo y ahora lo ve aún más guapo. Y tienen un hijo que los une.
--Aunque no me sirve de nada si él no lo reconoce como tal –piensa.
Sabe que tiene que jugar bien sus cartas porque puede perderlo todo y le va bien tener un marido que la mantiene y se ocupa de su hijo pero lo que más le gustaría es que fuera Pelayo ese hombre.
--¡buenas¡ --dice Yoli para anunciar su presencia.
Onofre se tira en brazos de su mamá:
--¡mami, tengo un amigo nuevo¡
Muy ilusionado el niño toma de la mano a su madre y se encuentra cara a cara con Pelayo. Se hace un momento de tensión porque ninguno de los dos quiere decir nada y lo que podrían decir no lo dicen para no molestarlo.
--¿porqué no vamos a cenar los cuatro?
--¡si es buena idea¡¡ Así conozco a tu novia -- Samuel contento.
Pelayo pone una cara. No quiere que su “novia” esté con Yoli. No quiere que Román conozca al que dijeron que era hijo suyo. No desea que todo eso salga a la luz. Le duele estar al lado de Samuel , vivir el engaño al que está siendo sometido sin poder ayudarlo.
--no, no me parece…
Yoli le agarra el celular que tiene junto al vaso:
--a ver como se llama tu chica…
Pelayo mira a Samuel y en un susurro le suplica:
--Haz algo mejor no…
Yoli está ya mirando en el directorio de Pelayo tratando de saber el número de la chica de éste. A Samuel le parece una buena idea. Le sonríe a Pelayo con cariño.
--venga tío, será genial. Tenemos muchas cosas de las que hablar… Nos tenemos que poner al día.
--Sí pero, podemos quedar un día solos tú y yo.
Samuel se muestra muy cariñoso.
--Venga, que ya he perdido el rastro de todos mis colegas… Salimos los cuatro así me vuelvo a entrenar y salimos juntos los dos…
Pelayo habla flojito:
--pero ¿Por qué tiene que ser con ella? no que no se llevan bien…
--Si pero es que si la dejo sola en casa cuando vuelva estará histérica…
Samuel pone su mano en los hombros de Pelayo. Le guiña el ojo con complicidad:
--Ya sabes cómo son las mujeres… estarán entretenidas de sus cosas y tú y yo hablando de las nuestras…
Pelayo fuerza una sonrisa. Sabe que Fátima se hará pasar por su novia. Román tampoco ha salido del armario y es por eso que la hermana vive cerca, por si la necesitan. Pelayo puede presentar a Fátima como si novia, que sea ella la que hable con Yoli. Si, eso es lo que más le preocupa, lo que pueda hablar Yoli y Fátima. Samuel no acepta un no por respuesta, lo ve tan ilusionado que Pelayo no se anima a decir que no. Confía en que Yoli no quiera poner en peligro su matrimonio.
--No le conviene, perdería ella más que yo –se va diciendo para sí Pelayo para relajarse.
Onofre mira muy atento todo lo que pasa a su alrededor. En algún momento mira a Pelayo como profundidad y el chico no puede evitar sentir culpa y que algo lo aturda:
--¿será mi hijo? –dice para sí.


Emilio, al día siguiente, como siempre escribe en su diario después de una jornada más pensando en Pelayo.

“2 de junio de 2009
Siempre he estado pensando en mi rubio culo bonito. Es guapísimo pero yo creo que no es eso, tiene algo. No sé parece un ángel. Es que aunque he visto chicos muy guapos ya ni me acuerdo de ellos, en cambio este se me metió dentro de mí y ahora almenos sé donde está. LO he visto más veces en estos días que en todos estos años. Hace poco estuvo en la biblioteca. Volver tiene que volver… En algún momento tengo que verlo. No es lo más importante. De hecho me haría más ilusión conocer por ejemplo su nombre, ¡tener fotos de él¡ pero claro sería todo un lujo poder verle la verga ¡¡tiene que ser preciosa¡
Ya me han avisado que me tienen el ordenador nuevo listo. No pienso cambiar mi rutina. A mi me gusta conectarme en la noche, por la mañana duerme y en la tarde me iba a la biblioteca que es cuando más se llena de carne fresca de primera. Claro sí hiciera esto pues no lo volvería a ver, así que seguiré yendo todo el día. Yo me voy preparando para el día que no lo vea porque ¿es que no le dan fiesta? Lo echaré de menos pero me alegraré por él. Sí estaba, pobre es el explotado del año. Ahí estaba mi macho, solo. Lo que pasa es que había ya clientes y claro yo temía que si yo entraba pues entonces saliera otra a atender. Así que me he esperado. Ha llegado ¡una camarera y él se ha ido¡ Me quería morir, pensaba ¿es que no lo voy a ver? Me quedo mirando a lo lejos. Lo veo en la caja del fondo, saliendo, entrando. Atendiendo las mesas. Se ve muy amable, atento. Entra y en el momento que va a salir entro yo. Almenos así lo veo de cerca… El día de la biblioteca lo vi muy paquetudo pero los demás días no. Hoy lo he vuelto a ver paquetudo. Casi nos chocamos, he pasado por su lado. Lleva jeans viejos claros. Muy anchos. Culo aplastado, no sexy aunque todo él es sexy. Pedazo de verga que debe tener. Los pantalones son muy anchos pero se le veía concentrado en el centro una cantidad descomunal de carne. Para que, con pantalones tan anchos, se vea ese bultazo, es que debe cargar una arma impresionante. La visión de su cuerpo desnudo en slips debe ser para morirse… ¡del gusto¡ Me dice hola muy amable y bueno yo ya con eso me conformo, ya merecía la pena pagar la entraba. Iba a salir pero se para.
--¿Quién va ahora?
Había más gente y no sé si me tocaba a mí pero no he perdido la oportunidad. Me ha puesto la horchata. Me pregunta como siempre si la quiero para llevar y yo claro, ni loco. Se le junta la faena. Ha puesto otra horchata. Está justo delante de mí y tengo su cara en frente, tan cerca como nunca. Ha atendido una mesa fuera. Yo estaba con el dinero en la mano. Me cobra, es la primera vez que a él le doy un billete. ¡¡Nos hemos rozado los dedos¡ En la vuelta también ya que también había billete. ¡qué placer¡ Siempre le daba monedas y nunca había contacto. Rozarlo ha sido como hacer el amor, he sentido escalofríos por todo el cuerpo. El pobre tenía tanto trabajo que ya no le he dicho nada al salir, yo ya estaba contento con lo que había vivido.”

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